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EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ASUME ESA INMENSA RESPONSABILIDAD
Noviembre 8 de 1985
Intervención televisada del presidente Belisario Betancur sobre los hechos del Palacio de Justicia
Buenas noches colombianos:
Me dirijo a mis compatriotas, sin una sola excepción, para decirles palabras de aliento, palabras de esperanza, palabras de fe en esta hora dolorosa, de tan dura prueba para nuestra querida patria. Sé que esa fe y esa esperanza pueden haberse disminuido en algunos, al ver la respuesta negativa de ciertos grupos, a la mano tendida para trabajar por el engrandecimiento de Colombia, si bien la han aceptado otros grupos guerrilleros con quienes se suscribieron también acuerdos que se están ejecutando para la consolidación de esa paz tan anhelada.
Lo primero que les pido a mis conciudadanos es este momento, es que compartan con el Gobierno la firmeza, la serenidad y sobre todo los sentimientos de solidaridad y la comprensión frente a las inocentes víctimas directas e indirectas de lo que ocurrió ayer y hoy para infortunio de todos. Para verlo como algo que, al final, servirá para cimentar aún más la idea de que lo primero que necesita Colombia, es el espíritu de convivencia en el sentido de respetar y proteger conjuntamente la vida, honra y bienes de todos.
1. El Don de Consejo
Desde el primer momento de esta terrible situación, me comuniqué con los señores ex presidentes de la República, doctores Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Misael Pastrana Borrero, Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay Ayala; hablé con los candidatos presidenciales doctores Virgilio Barco Vargas, Álvaro Gómez Hurtado y Luis Carlos Galán; y con los directivos del Congreso, a todos los cuales expuse con serenidad la manera como se estaban desarrollando los acontecimientos en el Palacio de Justicia de Bogotá, y la injusta retención de los Honorables Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo de Estado y funcionarios y aún visitantes.
Y de todos, absolutamente todos, lo mismo que del Senado de la República y la Cámara de Representantes, instituciones que han seguido funcionando en medio del dolor, recibí voces de gran claridad en el sentido de apoyar la decisión de buscar soluciones que, garantizando las vidas de los protagonistas y garantizándoles jueces imparciales, invocara su reflexión para que depusieran las armas.
2. Hacia la Reflexión
Igualmente desde el primer momento tomé contacto con compatriotas que ofrecen credibilidad a los guerrilleros, a fin de que les hicieran reflexiones a la comprensión, para no proseguir este absurdo camino que desgarra a nuestra querida patria. Hice lo mismo con gentes de la radio para que, a través de las cadenas de emisoras, se invitara a esa reflexión, a pensar en el bien de nuestros conciudadanos.
Sea este el momento de agradecer a los medios de comunicación la forma ponderada, tranquila y patriota como han venido llevando a la nación y al mundo, el detalle de los acontecimientos; y espero que así continúen, dando con ello un repetido testimonio de su responsabilidad y de su amor a esos valores superiores que son tan queridos y tan necesarios.
3. Una Corte Suprema Independiente
Este ataque contra la institución suprema de nuestra justicia; la quema de parte de sus archivos, entre ellos sobre el narcotráfico, el incalificable crimen contra pulquérrimos magistrados que antes que nada son jueces serenos e imparciales y justos; contra una Corte Suprema libre, libérrima y tan independiente que inclusive echa atrás decisiones del gobierno como ha sucedido más de una vez, este acto sólo se explica por una perturbación de la mente, por una perturbación de espíritu a los cuales esperaba que les llegara la reflexión. Y la seguridad, en que -como ayer mismo lo manifestamos a los propios dirigentes guerrilleros a través del señor presidente de la Corte, el inolvidable magistrado Alfonso Reyes Echandía, y del director de la Policía Nacional- les ofrecíamos juicios y jueces imparciales y serenos que, bajo la garantía de la Corte y de sus magistrados, tomarían decisiones objetivas y ecuánimes.
4. La Unidad Nacional
Estos hechos, con su inhumana, delirante y aislada espectacularidad, paradójicamente sirven para demostrar cuán fuertes son nuestras instituciones, cuánto repudia nuestra patria los extremismos.
Porque sabe eso, porque sabe que tiene la inmensa responsabilidad de ceñirse a tales guías, el gobierno es firme en su defensa de los principios y de las instituciones que los encarnan, y puede por lo mismo dedicarse a la búsqueda de las mejores soluciones a problemas que aparentemente no ofrecen sino una salida.
Esa inmensa responsabilidad la asumió el Presidente de la República que para bien o para mal suyo, estuvo tomando personalmente las decisiones, dando las órdenes respectivas, teniendo control absoluto de la situación de manera que lo que se hizo para encontrar una salida, fue por cuenta suya y no por obra de otros factores que él puede y debe controlar. En desarrollo de ese concepto, repito que insistí hasta el último momento en que los guerrilleros cesaran su acción bajo la promesa de que sus vidas serían respetadas y de que se les haría un juicio con todas las garantías que ofrece nuestro Estado de Derecho.
La unidad nacional está más fuerte que nunca, y el Gobierno responde a ella aumentando sus esfuerzos para corregir lo corregible, por ejemplo, con respecto a las relaciones entre los partidos políticos entre sí y con el Gobierno; sí puede haber más claridad en las últimas; sí debe irse más allá de lo que hoy tenemos para que la unidad nacional de que hablo tenga nuevas expresiones positivas, el Gobierno hará lo que le corresponda. En tal sentido, en el curso de unas cuantas horas me reuniré con los ex presidentes de la República. Pero está equivocado el que juegue temerariamente con la idea de que puede aprovechar supuestas debilidades o divisiones, entre quienes tenemos el compromiso de llevar al país por buen rumbo: porque de esta prueba sale el Gobierno más unido entre sí y más unido con las Fuerzas Armadas.
5. Solidez y fortaleza
Los hechos de ayer y de hoy han sido obra de la irreflexión de gentes a quienes no ha bastado la generosidad expresa a través de actos del Congreso y del Gobierno; y que no supieron entender el proceso de paz como gesto magnánimo del Estado, sino como muestra de debilidad.
Colombia y el mundo entero deben saber que nuestro sistema político es consciente de su solidez y fortaleza y de su capacidad para incorporar a la vida democrática a todos los colombianos, aún a aquellos que lo quieren destruir o cambiar con el uso de las armas. Los terroristas conocen esta realidad. Por ello han transformado su acción guerrillera en actos anarquistas que pretenden desestabilizar las instituciones, amedrentar la voluntad ciudadana e interrumpir el progreso y desarrollo político del país. La utilización del terrorismo como medio de acción, refleja el aislamiento progresivo de los grupos subversivos, de la opinión pública, máxime cuando esos grupos buscan el apoyo del narcotráfico.
A pesar de lo ocurrido, el Estado no debe perder su vocación de paz y de reforma política. Y no los perderá.
6. Honor al Juramento
En la situación que hemos vivido, ayer y hoy, el Presidente de la República para hacer honor al juramento prestado, tenía que defender las instituciones patrias y acudir a los instrumentos de tutela de la soberanía, que la misma constitución pone en sus manos. Nada ha sido tan preciado para el Gobierno como la vida de todos nuestros compatriotas, sin distingo alguno de clases, credos o posiciones políticas. Pues bien, las decisiones que el Gobierno ha tenido el deber de tomar en este delicado trayecto histórico, no han tenido otra mira que ese interés nacional.
Por ello ahora es más necesario que nunca, que todo el pueblo colombiano respalde con su comprensión, con su prudencia, con su objetividad, las medidas que el bien común aconseje.
7. Los puentes de la reconciliación
Algo más: el Gobierno no podía negociar lo que no es negociable. Tal la respetabilidad de nuestras instituciones. Nada se debe hacer bajo el signo de la amenaza, así lo que se pida parezca minúsculo; pero el Gobierno no quería que se sacrificaran más vidas humanas, porque lo guían la compasión, sentida y entendida en su más alto significado, y un inagotable afán de paz. Si, la paz: otra vez golpeada en un incidente gravemente solitario porque el país sigue su marcha. La paz, demostrando en su calvario lo grande que es, lo urgente que nos resulta a todos.
Aunque algunos no la quieran o no la ven con claridad, esa paz ahí está y triunfará sobre las fuerzas de la locura. Y para eso seguimos tendiendo puentes de reconciliación, los reconstruiremos cada vez que sus enemigos los destruyan; porque si así no fuera, no tendríamos entidad como pueblo civilizado y como Nación digna.
Reciban la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, reciban todos los jueces, todos los trabajadores de la administración de justicia; reciban todos sus familiares, mi más ferviente condolencia, mi admiración más sincera. Le han servido bien a Colombia. Merecen gratitud de esa patria amada. Merecen gratitud de su Presidente, el cual se descubre reverente ante los magistrados caídos frente al altar de la ley y ante el dolor de sus familias.
Reciban los miembros de las Fuerzas Militares, de la Policía, de las Fuerzas de Seguridad, nuestra voz de respeto, de admiración, de amistad. Nuestra voz de tristeza y de solidaridad, los familiares de los sacrificados al servicio de la patria y de la paz. Ahora mismo comenzamos a reconstruir el Palacio de Justicia.
Entretanto el Consejo funcionará en la Casa de la Moneda y la Corte en la Hemeroteca, donde antes estuviera.
Fuente: Villarraga Sarmiento, Álvaro, compilador y editor. (2009) Gobierno del Presidente Belisario Betancur 1982-1986. Tregua y cese al fuego bilateral FARC, EPL, M-19, ADO. Tomo 1 - Serie el Proceso de Paz en Colombia. Bogotá, Colombia: Fundación Cultura Democrática, FUCUDE