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- Paola Guayazán
- Manifiesto contra la violencia
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LA CARTA DE GUASCA Y LA UNIDAD NACIONAL
Marzo 18 de 1949
Carta de Jorge Leyva y Juan Uribe Cualla, miembros del Directorio Conservador de Cundinamarca, al gabinete.
Para marzo de 1949, la “Unidad Nacional” no resistió más. Los conservadores líderes del directorio de Cundinamarca, Jorge Leyva y Juan Uribe Cualla, mediante una carta, que pasó a la historia como La carta de Guasca, dirigida a los cinco ministros conservadores del gabinete presidencial, rebelaron y denunciaron aquellos intereses partidistas, poco patrióticos del “colaboracionismo”, que se ocultaban tras la Unidad Nacional. Hasta ese momento, esta política se había exhibido como una fina tela de concordia, en respuesta a los sucesos del 9 de abril.
El Bogotazo cambió la vida del país, la conciencia y la cotidianidad de los colombianos. Sin embargo, la política capitalina, parecía que continuaba inmersa en el frío sabanero e insensible a la reciente tragedia. No parecía haber plena consciencia en los jefes políticos de los partidos y del gobierno, sobre la situación realmente alarmante en la que estaba el país de la periferia, pero sobretodo, sobre las causas de estos desajustes y su directa responsabilidad.
El gobierno salvó su situación política el 10 de abril de 1948, con un acuerdo burocrático. Darío Echandía, jefe liberal fue nombrado Ministro de Gobierno, junto a otros cinco liberales: Samuel Arango Reyes, en el ministerio de Justicia, Pedro Castro Montalvo, en el ministerio de Agricultura y Ganadería, Alonso Aragón Quintero, en el ministerio de Minas y Petróleos, Jorge Bejarano, en el ministerio de Higiene y Fabio Lozano y Lozano, en el ministerio de Educación.
Ya era una base de la plataforma política del gobierno, la propuesta colaboracionista. Desde el 7 de agosto de 1946 hasta el 21 de mayo de 1949 el liberalismo compartió por mitad el gobierno, con la mitad de los ministerios y gobernaciones, con una sola pausa de 20 días, del 21 de marzo al 10 de abril de 1948 cuando hubo gabinete conservador homogéneo. Mariano Ospina Pérez, creyó salvar su política de concordia y colaboración, cediendo a compartir el botín burocrático con el liberalismo. Evidentemente ésta no dio resultado, pues desde el principio, desde su posesión en 1946, esta política no estaba salvando la situación de orden público, ni el el bienestar ni el desarrollo del país. La Carta de Guasca afirmaba, que existía un “régimen bipresidencial”, con un evidente manejo de lo público y de la justicia, conveniente al equipo ministerial liderado por Darío Echandía. Había paridad burocrática, mas no “colaboración”.
“Los ministros liberales luchan contra las fuerzas armadas de Policía que estuvieron con el Gobierno legítimo en las jornadas de abril, para que sean inexorablemente eliminadas. ustedes no pueden consentir que ello ocurra, cuando siguen en sus comandos, y en sus puestos los guardias que intervinieron delictuosamente del lado de los complotados." (Carta de Guasca, marzo 18 de 1949, Anales del Congreso)
El liberalismo jugó al doble papel de ser una demandante oposición, pero manteniendo importantes lugares en el ejecutivo, de manera que fue una actitud contradictoria y que necesariamente se prestó para distintas interpretaciones y consecuencias. Se pudo leer en los diarios liberales, el respaldo a la gestión de los ministerios a cargo de sus copartidarios, mientras eran enfáticos en señalar las carencias de los ministros conservadores; y además, en no asumir responsabilidades en la situación social y de orden público que vivía el país, a pesar de ser parte del gobierno. Así las cosas, no se puede hoy hablar de hegemonía conservadora, al menos no hasta mayo de 1949, a un año de que Ospina dejara la presidencia.
En cada región, los poderes y organizaciones sociales, con sus propias problemáticas, necesidades e influencias ideológicas, enfrentaron y reaccionaron de modos distintos; y diferentes fenómenos emergieron o se agudizaron: desplazamiento, masacres, incendios, torturas (cortes de franela, desmembramientos), violaciones, milicias partidistas, organizaciones paramilitares (chulavitas), sicariato (pájaros), grupos guerrilleros de distintas ideologías (con influencia y carácter regional). La violencia desbordó los alcances de la partija milimétrica; así como se les salió de las manos, a los jefes de los partidos la fuerza electoral que habían nutrido por 19 años, con odio y sectarismo.
La carta de Guasca exigía algo más que una solución de dirigencia político-burocrática, más bien veía allí la persistencia de la violencia. Esta administración de partija milimétrica, no estaba dando equidad ni justicia.
“No queremos proponer a ustedes una solución concreta; pero existen muchas, propias para convertir en "modus operandi" tolerable, este régimen bilateral, con iguales derechos y prerrogativas idénticas para liberales y conservadores. El cruce no es nuestro ideal de Gobierno, pero ya que se preconiza con tanto énfasis, que se principie por establecerlo equitativo y justo en el seno del Consejo de Ministros." (Carta de Guasca, marzo 18 de 1949, Anales del Congreso)
El Siglo, abril 27 de 1949
Pero es claro también en la carta, la preocupación por el tema de la autoridad y de lo electoral. Es evidente la preocupación de sus autores, por la proximidad de las elecciones de Mitaca (programadas para junio), y la pérdida de autoridad, que significaría otra derrota electoral. Ya había un congreso con mayoría liberal, y llevaban dos años de debates infructuosos. Muchos proyectos que el gobierno llevaba al congreso, el liberalismo los hundía; y muchas propuestas del liberalismo, eran objetadas por el ejecutivo. De manera que para Leyva y para Cualla, la respuesta en todo caso debía ser política, decisiones en el ejecutivo y en lo jurídico, buscando la satisfacción de gobernabilidad y autoridad para el partido conservador. Seguía siendo una visión muy sesgada sobre la situación social y de violencia, pero junto a algunos informes de prensa, sobre violencia política, repercutió lo suficiente, como para que se hablara de un Frente Unido contra la Violencia, y posteriormente, de crisis ministerial.
El 19 de marzo de 1949, una comisión fue conformada por Mariano Ospina Pérez; Carlos Lleras Restrepo (Dir. DNL); Jorge Uribe Márquez, Francisco José Chaux, Guillermo León Valencia (Dir. DNC), Gilberto Alzate Avendaño y Luis Navarro Ospina. De sus deliberaciones, el 1 de abril de 1949, se publicó un acuerdo contra la violencia que se expresó en cuatro postulados:
- Condenación a todo sistema de violencia como arma electoral.
- Compromiso en el tono y vocabulario de las intervenciones públicas, nada que pueda incitar a la violencia.
- Respaldo a la Unión nacional (colaboracionismo).
- Tanto el liberalismo como el Conservatismo defienden la fe católica.
Con estos postulados, admirablemente reconocidos por los directorios de los partidos, por fin se veía el problema de la violencia, como algo más allá de un conflicto de autoridad en el orden público o como una circunstancia por superar en la mecánica electoral; admitía lo anterior, pero además, se incluía la responsabilidad de sus dirigentes en la provocación de la violencia, con la influencia de sus discursos sectarios, su lenguaje agresivo, sus actitudes erráticas o sus opiniones contradictorias; y adicionalmente, también admitía la responsabilidad de la autoridad religiosa en este conflicto.
Firmaron el manifiesto, (DNL) Carlos Lleras Restrepo, Jorge Uribe Márquez, Manuel Rodríguez Díaz, Álvaro García Herrera y Alfonso Suárez de Castro, y (DNC) Guillermo León Valencia, Augusto Ramírez Moreno, Gilberto Alzate Avendaño y José María Villareal. El manifiesto fue firmado frente al presidente Mariano Ospina y el ministro Darío Echandía.
Pero hechos trágicos sobrevinieron antes de que se pudiera hacer efectivo algún recurso para atender los postulados de este manifiesto, tan valientemente reconocidos.
El 17 de abril, El Siglo tituló en primera plana, Masacrado el conservatismo de Chita, dando cuenta de una terrible masacre en la vereda de Quichoba, municipio de Chita, Boyacá; por cuenta de un grupo de asaltantes (El Siglo habló de 200, El Espectador de 100, en cualquier caso una cifra importante), provenientes del vecino municipio del Cocuy. Los diarios liberales hablaron de bandoleros, sin filiación política; el diario conservador, de una cuadrilla liberal, previamente disfrazada de ejército, armada y liderada por un sujeto de apellido Morales. Se describe cómo el asalto a mano armada incluyó incendios y violaciones a las mujeres de esta vereda conservadora.
El Espectador tituló 20 civiles y un soldado, muertos en Chita, no habla de filiación política, aunque registró las declaraciones del gobernador de Boyacá, Eduardo Rodríguez Castillo, quien declaró que las víctimas podrían estar entre 30 y 40 conservadores, contra 2 de filiación liberal; y solicita la intervención de las directivas liberales, para evitar nuevas tragedias.
El liberalismo solicitó crear una comisión de investigación mixta, entre los dos directorios para asistir a Chita, pero los conservadores se negaron a esta iniciativa. El 25 de abril, El Tiempo, relató más hechos de violencia en el norte de Boyacá, contra liberales; y El Siglo, denunció las acciones de gobernantes liberales en el Tolima, contra el conservatismo. Declaraciones y reuniones fueron y vinieron, en torno a normalizar la situación de orden público, especialmente en Boyacá, Santander, Cundinamarca y Tolima. El 30 de abril es nombrado un nuevo comandante de la policía en Boyacá, el mayor Daniel Cuervo Araos, quien promete “instaurar un espíritu de justicia en la policía y eliminar de un tajo la política de atropellos permanentes. -Los liberales deben dar nueva demostración de su deseo de paz.”
A pesar de tan buenas intenciones, a penas un mes después del manifiesto, se desata una crisis ministerial. Y el 8 de mayo, el presidente Mariano Ospina, nombró un gabinete plenamente conservador.
Paola Guayazán
FUNDACIÓN PAÍS POSIBLE