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NO ES FÁCIL LLEGAR A LA PAZ

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Marzo 4 de 1985

 

Carta abierta del Estado Mayor Central de las FARC-EP a los medios de comunicación, (apartes) 

 

(…) Hemos hablado, laborado y luchado a partir de la amnistía con sentido de patria, con vista a conquistar la paz, y naturalmente con vista al desmonte de la concepción estatal de «guerra interna», fundamento de la teoría gringa de la seguridad. Y esto es lo que les duele a los Turbay, a los Camacho Leiva, a los Landazábal, a los Lema Henao, a «El Tiempo», a ciertos ministros y procuradores liberales de nombre, a los conspiradores gorilas, esto es, a la antipaz, vale decir, a la antipatria.

 

Nunca, luego de la amnistía, en el curso del delicado proceso de negociaciones y acuerdos entre la Comisión de Paz y las FARC-EP, primero, y la Comisión Nacional de Verificación después, se ha hecho mención alguna al problema de las armas. ¿Por qué? Porque en los acuerdos y ahí están suscritos para verificarlos, se habla es de un período de Cese del Fuego (6 meses), luego del cual viene el periodo de prueba o espera, o como ahora se estila, de tregua (un año), y luego, si las partes en conflicto han cumplido los acuerdos del Cese del Fuego y de la tregua, la firma de un tratado de paz y envolviendo los acuerdos primeros, los segundos, o sea la apertura democrática y la reforma de las costumbres políticas. Nada tan evidente, tan cristalino, tan sobrio y elevado. Todo lo demás, cualesquiera que sea el razonamiento es bla, bla. Es la campaña antipaz. Es el desconocimiento de la amnistía, que es una ley de la República para la búsqueda de la paz, es el desconocimiento y rechazo de los acuerdos entre los alzados y el Gobierno, en los que se plasma la ley. Así, quienes están en contra de los acuerdos, están oponiéndose a la ley, llámense ministros, estadistas, ex presidentes, publicistas, procuradores, militares en servicio activo o retirados, agentes de un centro de poder llamado el Pentágono.

 

Luego de 30 años de violencia terrorista y muerte bajo la concepción militar de «guerra interna», no es fácil llegar a la paz y mucho menos enfrentando poderosos intereses que le han convertido en su mejor negocio para amasar fabulosas riquezas. Durante estos últimos 30 años, el pueblo colombiano ha puesto más de medio millón de muertos. Son centenares los desaparecidos y miles los torturados. Son millones los campesinos lanzados por la violencia oficial a las ciudades (...)

 

En Colombia campea el hambre, la desocupación, el analfabetismo, las enfermedades, la falta de libertades, en tanto que una oligarquía voraz e insatisfecha se hace cada día más rica en alianza con el capital financiero norteamericano, precisamente aquel que prepara una nueva guerra mundial, enciende focos de pequeñas guerras en todas partes, conspira y desestabiliza gobiernos progresistas, invade Granada y ultima los detalles de una invasión militar a Nicaragua, el mismo que derroca el Gobierno de la Unidad Popular en Chile y asesina al Presidente Allende, el mismo que instaura feroces y sanguinarias tiranías militares en Argentina, en el Brasil, en el Uruguay, en el Paraguay y en muchos otros países del sur y Centroamérica, al mismo tiempo que mantuvo por la fuerza las satrapías de Somoza, Duvalier, Pérez Jiménez, Rojas Pinilla (…) La pelea, en el fondo, es contra aquel centro de poder, y naturalmente contra sus agentes aquí en el interior.

 

En esas condiciones conquistar la paz en Colombia, como decimos no es tarea fácil. Se necesita que el pueblo colombiano se movilice y luche en dirección a imponer la política de paz. Si no lo hace, cualquier mediocre actor de cine venido a Presidente de una potencia imperialista por intermedio de sus agentes, nos reimpondrá la guerra porque esos son sus planes.

 

Pero este pueblo nuestro que tantas pruebas de heroísmo ha dado en todo el proceso de su historia, ante tanta iniquidad, tanta infamia, tanto oscurantismo reaccionario y frente a la imposibilidad de conquistar la paz por medios políticos, se alzará, no nos queda la menor duda, a conquistarla con la insurrección popular.

 

 

Fuente: Villarraga Sarmiento, Álvaro, compilador y editor. (2009) Gobierno del Presidente Belisario Betancur 1982-1986. Tregua y cese al fuego bilateral FARC, EPL, M-19, ADO. Tomo 1 - Serie el Proceso de Paz en Colombia. Bogotá, Colombia: Fundación Cultura Democrática, FUCUDE

 

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