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ABNEGACIÓN NO ES DEBILIDAD

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Septiembre 4 de 1984

 

Carta del presidente Belisario Betancur al general Matamoros.

 

A su regreso de Colombia, rodeado del afecto y del respeto de sus familiares, de sus compañeros de armas, de sus amigos y en general de quienes han seguido su honrosa  trayectoria al servicio del país, quiero presentarle una calurosa bienvenida, y darle las gracias en nombre de sus compatriotas (aunque usted naturalmente lo considera parte del juramento que prestó de servir a la patria), por la manera firme y admirable como las Fuerzas Armadas bajo su mando y el del general Miguel Vega Uribe, comandante de las Fuerzas Militares, aseguraron la feliz culminación de la primera etapa del proceso pacificador en que estamos empeñados y que se inició con la Ley de Amnistía aprobada a fines de 1982. La abnegación no es debilidad, dije hace pocos días, al definir el comportamiento que han observado todos los organismos del Estado en busca de un acuerdo que, en primer lugar, diera campo a un cese del fuego entre las fuerzas armadas institucionales y los alzados en armas. Y nuestros soldados y policías, con usted a la cabeza, saben de la hondura de esa precisión del Presidente de la República.

 

En efecto, sin ceder un ápice en nuestras obligaciones para con la Constitución y para con la ciudadanía sobre lo que en dicha Constitución se proyecta, le hemos abierto un espacio al diálogo, llenándonos de tolerancia y manteniéndonos dentro de los límites de lo razonable. Más aún no podemos, ni queremos alegar, que la nuestra sea una posición original, por la sencilla razón de que, de una u otra manera, lo que hemos hecho es continuar un camino que empezó a abrir desde antes de este gobierno, y lo que se ha procurado ahora es buscar nuevos matices, nuevos gestos siempre teniendo en cuenta nuestro ordenamiento jurídico, según lo reafirmaron con palabras rotundas los ministros de Gobierno y Defensa en la Cámara de Representantes, hace pocos días.

 

Por ejemplo, explicó el ministro de Gobierno, doctor Jaime Castro, como el despeje de fuerza pública para que se pudieran adelantar sitios específicos, establecidos de común acuerdo, conversaciones previas; y luego efectuarse la firma de los respectivos acuerdos y dentro de un plazo de tiempo que llegó a un máximo de ocho días explicó, repito, que ese despeje tiene un antecedente básico y mucho más amplio en materia de duración y lugar, en el Decreto Legislativo que dictó el gobierno del Presidente Turbay con la firma de todos sus ministros, el 19 de febrero de 1982, en busca de desarrollar la Ley de Amnistía propuesta por su administración. Leyó el ministro Castro aquel decreto declarado exequible por la Corte Suprema de Justicia y que en su Artículo 1º expresa:

 

«Si dentro del término de de dos meses a partir de la vigencia del presente Decreto, las agrupaciones contrarias al orden jurídico de la Nación que existan en las regiones donde se han cumplido actividades perturbadoras del orden público, hicieran llegar al Comandante de la Unidad Operativa de la jurisdicción en la respectiva área, una manifestación expresa de que están dispuestos a acogerse a los beneficios que adelante se determinan, y con el objeto de facilitar el cumplimiento de tal propósito, se suspenderán en las zonas donde provenga tal manifestación y con respecto a militares o de policía destinadas a su captura y control, mantenimiento tan sólo las que respondan a la obligación que tales fuerzas incumbe de proteger la integridad física y los bienes de los habitantes.»

 

«Esta suspensión regirá por el término de treinta (30) días contados a partir del recibo de la manifestación a que se refiere al inciso anterior y será definitiva si las agrupaciones deponen las armas y hacen entrega de ellas».

 

 

Me explico desde ahora la sorpresa de muchos sectores con esta cita, por el hecho de que nuestra historia jurídica no está a la orden sino de especialistas, y por la circunstancia obvia de que en general, padecemos de muy mala memoria. Lo único que no contempló este gobierno fue lo correspondiente a la entrega de las armas, pero ocurre que la Ley 35 de 1982, después de un profundo estudio, no lo exigió.

 

En fin mi querido general, vuelvo a la frase cuyo fondo tanto conocemos y entendemos las Fuerzas Militares y de Policía, lo mismo que su comandante general el Presidente de la República: abnegación no es debilidad. Tenemos el pulso firme, lo mismo para buscar la paz por el diálogo que para enfrentar a los enemigos recalcitrantes de esa paz. Somos abnegados para comprender a quienes no nos comprenden, contestamos con la bella pero tristemente exótica flor del patriotismo a quienes nos agravian porque tal vez no saben lo que queremos es proteger sus vidas, al tratar de alejar la ola de sangrienta insensatez que puede segar una generación colombiana. Y hacemos todo eso, en especial ustedes soldados y policías que representan y defienden con callado sufrimiento a nuestra comunidad, lo hacemos casi estoicamente porque sabemos que más allá de la lucidez, más allá del heroísmo, más allá de la vanagloria, más allá de la arrogancia, simplemente ese es nuestro deber, nada más ni nada menos.

 

Usted que ha llevado con honor las insignias de su patria, tiene la conciencia y el sentimiento indispensable para ver claras todas estas rápidas reflexiones. Y por eso mismo merece bien de esa patria.

 

Le repito con mis congratulaciones por la demostración de lealtad constitucional y de sentido profesional que han ofrecido una vez más las Fuerzas Armadas bajo su mando, le ruego extenderlas al general Miguel Vega Uribe y a todos los altos mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía, lo mismo que a la oficialidad, suboficialidad y a todos los soldados y agentes sin excepción.

 

Al darle de nuevo la bienvenida a la tierra que tan entrañablemente ama, lo saluda su amigo,

 

 

BELISARIO BETANCUR

 

Fuente: Villarraga Sarmiento, Álvaro, compilador y editor. (2009) Gobierno del Presidente Belisario Betancur 1982-1986. Tregua y cese al fuego bilateral FARC, EPL, M-19, ADO. Tomo 1 - Serie el Proceso de Paz en Colombia. Bogotá, Colombia: Fundación Cultura Democrática, FUCUDE

 

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