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EL DIÁLOGO ES LA BASE DE LA SOLUCIÓN

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Septiembre 23 de 1982

 

Intervención del ex presidente Carlos Lleras Restrepo en la instalación de la Comisión de Paz.

 

Septiembre 23 de 1982

 

Estoy seguro de que todos los miembros de esta Comisión han recibido las palabras que usted acaba de pronunciar con la misma satisfacción patriótica y la misma esperanza con que yo las he recibido.

 

Usted ha querido confiarnos una tarea que el país ha venido reclamando desde hace mucho; que se ha querido adelantar por distintos caminos con evidente fracaso y que necesitaba una visión muy amplia y muy generosa para poder llegar a buen término. Yo estoy convencido de que todos los miembros de esta Comisión estamos animados del mismo espíritu que reflejan las palabras que usted acaba de pronunciar.

 

Nuestra tarea no es, desde luego y usted lo ha dicho ya, de ninguna manera sencilla, y yo quisiera aprovechar esta oportunidad para trazar ciertas líneas de diferencia entre la misión que se cumplió en la anterior Comisión de Paz y la que tiene que desempeñar la actual.

 

En la anterior Comisión de Paz, el punto que aparecía de mayor urgencia e importancia era el relacionado con la actitud de las autoridades ante los hechos violatorios del orden legal en que hubieran incurrido las guerrillas de distinto origen. Es bien sabido que los grupos que se han denominado subversivos son abundantes y variados en el país.

 

Por eso nuestra tarea en la anterior Comisión se enfoca en primer término, a buscar unas fórmulas jurídicas de equilibrio que fueron rechazadas por el anterior gobierno nacional, después de haber sido aceptadas por uno de los movimientos con los cuales

habíamos podido entrar en contacto el M-19.

 

Hoy usted lo acaba de decir, ya no nos corresponde esa meta. Al levantar el anterior gobierno el Estado de Sitio, cesó la facultad, que yo nunca puse en duda, de decretar amnistía o indulto y por consiguiente esa misión quedó en manos del Congreso. Será dentro del marco jurídico que se trace el Congreso, que nosotros tendremos que proceder, y yo creo que todos nosotros estamos plenamente convencidos de que no debemos tener ninguna clase de roces con las comisiones del Congreso, ni provocarles competencia de jurisdicción; yo no creo que exista competencia de jurisdicción. El tema jurídico, el de cómo es la amnistía o el indulto, en qué término se decreta, es exclusivo del Congreso nacional. Si por casualidad se nos llegara a pedir alguna opinión sobre cualquier texto legal, tendremos que deliberar sobre la manera de darla, pero me parece que por el momento es un asunto que no está dentro de nuestra competencia, que no está señalado en el decreto del gobierno, que ha sido muy claro al delimitar lo que corresponde hacer al Congreso y lo que corresponde hacer a esta Comisión. El que los proyectos sean buenos o malos, sean más o menos aceptables como el que nosotros alcanzamos a redactar y que fue rechazado, es cuestión que no vale la pena revivir, yo creo que debemos evitar todo motivo de discusión y de polémica en estos momentos.

 

Yo quisiera, señor Presidente, con su venia, decir a grandes rasgos cómo entiendo yo que puede trabajar una comisión de esta naturaleza que como usted dice, es numerosa y es heterogénea.

 

A mí tampoco me disgusta que sea numerosa y heterogénea, a mi me parece que hay que oír a todas las opiniones nacionales y que es muy bueno que nadie en el país pueda decir que no se ha querido escuchar a un grupo, que no se ha querido escuchar a determinadas voces. Seguramente tendremos sorpresas y escucharemos llamamientos e insinuaciones nuevas porque salen de distintos ángulos y de gentes que no comparten los mismos pensamientos sobre los sistemas, sobre el sistema políticosocial y económico imperante en Colombia.

 

Pero es muy bueno oír esas palabras que pueden ser contradictorias con nuestros sentimientos, pero hay que analizar y hay que pesar el valor que tengan.

 

Descartado eso, yo pienso que tenemos que buscar una manera práctica de organizar nuestros trabajos. Hay un punto y es que inevitablemente tenemos que estar en contacto donde las Fuerzas Armadas han venido adelantando la lucha, en las distintas regiones del país donde se han presentado movimientos subversivos. Porque nosotros necesitamos saber cuáles son las gentes que se acogen a la amnistía. Las

gentes que se acogen a la amnistía tiene que ser individualizadas, y en eso la información más completa la tienen, desde luego, las Fuerzas Armadas, tendrá que completarse por el trabajo de miembros de esta Comisión.

 

Y ahí viene la primera tarea que, a la luz de la experiencia de años anteriores, me parece la más complicada y difícil: es cómo se reincorporan a la vida normal, a la vida pacífica, gentes que durante años han estado entregadas a la lucha armada, viviendo de la extorsión, de los secuestros y de los asaltos.

 

Es un trabajo que tenemos que adelantar con ellos, y yo creo que será indispensable que subcomisiones salidas del seno de esta gran Comisión estudien con los grupos que se acojan a la amnistía, cómo conciben ellos esa reincorporación y cómo se puede recomendar al Gobierno nacional medidas concretas, que permitan ese tránsito de la vida aventurera, trágica que han tenido estas gentes, a una vida normal. Me parece que ese es el trabajo más urgente, donde vamos a tener que nombrar subcomisiones que no sean numerosas que puedan trabajar con agilidad, que se entiendan con los grupos, que se acojan a la amnistía y estudiando las condiciones de cada lugar, puedan trazar planes concretos de cómo se facilita ese difícil tránsito de un género de vida a otro.

 

En segundo término, me parece a mí, que hay que estudiar, que habrá que estudiar, y eso lo habíamos previsto en la anterior Comisión, las condiciones especialmente difíciles que tienen ciertas regiones del país, que yo podría llamar regiones de frontera, como el Caquetá o como Urabá, para ver cómo se van transformando ciertos aspectos. De manera que unas malas condiciones imperantes no faciliten el reclutamiento de gente para la subversión o la tentación de entrar a la subversión. Yo creo que ahí también hay mucha cosa importante que hacer y que se puede traducir en una transformación muy benéfica para el país y para esas regiones.

 

Y luego viene otra cosa de muchas más envergadura, que supera naturalmente las posibilidades de los miembros de esta Comisión sobre lo cual no podemos emitir opiniones: es el régimen social y económico del país, pues afronta injusticias y desequilibrios que son notorios y que no está en nuestras manos remediar de la noche a la mañana; que probablemente tienen que ser el objeto del trabajo de varias administraciones ejecutivas. Creo que podamos sí, hacer algunas insinuaciones; creo que podemos estudiar ciertas reformas concretas sin hacernos la ilusión de que del seno de esta Comisión puede salir un cambio fundamental de todos los factores que determinan el retraso del país en ciertas materias, retraso que no está en nuestras manos modificar, pero si con labor perseverante, enérgica y constante por parte, repito, de no de una sino de varias administraciones.

 

Pero me parece que estos tres campos, nos van a dar un trabajo suficiente:

 

Primero:  Cómo se incorporan a la vida normal, a la vida civil pacífica, gentes que han estado bajo condiciones anormales, algunas durante mucho tiempo.

 

Segundo:  Cómo se transforman las condiciones de las regiones, donde principalmente se han producido esos golpes.

 

Y en tercer lugar:  Qué insinuaciones de carácter general se pueden hacer para que no se contagien de estas tendencias al desorden y a la criminalidad, que a veces es difícil distinguir si es ordinaria o política, vastas capas del país azotadas por la miseria y que viven en condiciones muy precarias.

 

Estoy seguro, señor Presidente, de que todos los miembros de esta Comisión trabajarán con entusiasmo y patriotismo en estos aspectos y aportarán sus ideas y su manera como contemplan estos problemas nacionales.

 

Hay, indiscutiblemente, algunos problemas que yo llamaría, logísticos que habrá que resolver. Tenemos que huirle a la posibilidad de que queramos convertirnos en un parlamento y de que se nos vayan los días escuchando discursos, lo que es muy fácil. Delante de 35 personas uno siente una tentación irresistible de hablar y yo estoy dando muestras de ello. Pero creo que debemos huir en lo posible a esa tendencia.

 

Una vez celebre las conferencias que creo indispensables y para los cuales me haré acompañar de miembros de la Comisión, contando con las autoridades militares, civiles de ciertas regiones, como con personas conocedoras del medio, me propongo designar subcomisiones con tareas muy concretas que puedan entrar en contacto más permanente con esos grupos, estudiar con ellos qué se puede hacer para que vuelvan a la vida normal. Nosotros no le podemos dar unilateralmente la receta, me parece que sería muy difícil, hay que estudiar con ellos mismos cómo serían las condiciones, las facilidades que se les puede dar para el retorno a la vida normal.

 

Y lo mismo ocurre con otras materias. Yo creo que habrá que hacer, y lo haremos en los próximos días una distribución, a veces en comisiones permanentes para ciertos temas y otras veces, comisiones ocasionales para tratar determinadas cosas o para establecer determinados contactos.

 

Yo le tengo que rogar a los miembros de la Comisión que me abran un paréntesis de confianza, sobre la dirección de estas tres difíciles tareas, de estos tres aspectos difíciles, porque me parece que de lo contrario se volvería muy complejo nuestro trabajo.

 

Estoy seguro de que si nos aplicamos a esos temas con facilidad, sin perjuicios de que una y otra vez y cuando sobre todo alguno de los miembros lo juzgue necesario nos constituyamos en un semiparlamento para oír exposiciones generales, lo podamos hacer. Yo creo que es inevitable y en cierta manera útil, que en determinados momentos la Comisión en pleno delibere sobre el conjunto de las materias. Pero naturalmente para estas y otras tareas concretas yo si creo que debemos trazarnos planes para que comisiones más pequeñas puedan encargarse de desarrollarlas.

 

Usted señor Presidente, entiende, lo ha vuelto a repetir muy elocuentemente en las palabras de hoy, que la paz tiene que fundarse en un acercamiento de opiniones. El esfuerzo que se haga desde los distintos ángulos para entender los puntos de vista de los demás, ese ha sido siempre mi criterio y no lo pienso abandonar en la presente oportunidad. En el país se ha discutido mucho sobre si se podía conversar o no con las guerrillas porque era o no vergonzoso y humillante entrar en contacto con ellas.

 

Yo siempre tuve el criterio de que es útil conversar, y de que no nos pasaba ni perdíamos ninguna «virginidad» al conversar con las gentes que estaban comprometidas en esas tareas, en esas faenas peligrosas y duras algunas, la mayor parte creo yo, movidas por ideales, por un convencimiento de que estaban trabajando por una causa justa, otras, cosa que yo no descarto ni se puede descartar, movidos por sentimientos mucho menos nobles. Ese es uno de los problemas que van a tener que estudiar las subcomisiones; que estudien la manera de reincorporar a la vida corriente, a la vida normal, a las gentes que están en armas.

 

Solo me resta señor Presidente, darle los agradecimientos de la Comisión y para eso me tomo la libertad de interpretarla, y los personales míos, por la confianza que usted deposita en nosotros.

 

Aplaudir su voluntad de hacer participar al país en la resolución de sus problemas, no presentarle fórmulas fraguadas en pequeños grupos, sino escuchar qué quiere la opinión, y sobre todo qué quieren los descontentos. Hay que oír a los descontentos, a todos los descontentos. Puede que en el fondo tengan algo de razón y hay que analizárseles, hay que analizar los respectivos argumentos, y ese sistema que usted ha escogido y que a algunos les parece demasiado deliberante, yo lo aplaudo desde mi punto de vista doctrinario y, por una inclinación intelectual, me parece que es un buen sistema y que conduce, aún cuando no lo parezca a primera vista, más rápidamente a dar soluciones que aquel que quiera imponer los puntos de vista unilaterales, sin haber escuchado los del adversario o los de aquellas personas que piensan de manera distinta a nosotros.

 

No he tenido tiempo debido a las condiciones de mi salud, para hacer un esquema escrito del reglamento de funcionamiento de esta Comisión y pasarlo a todos los miembros y escuchar las observaciones que tengan a bien formular. Pero me propongo hacerlo en el curso de dos o tres días y entrar a trabajar desde ya. Hay por fortuna algunos contactos, algunas relaciones anteriores, frutos de la pasada Comisión de Paz que son aprovechables y creo que debemos aprovecharlos.

 

Le renuevo señor Presidente, nuestros agradecimientos, nuestra voluntad de trabajo y nuestra disposición de estar a sus órdenes, para cada vez que usted crea que deba tener no sólo informaciones por parte de la presidencia de la Comisión, o de las subcomisiones que se nombren, sino también cuando usted crea que un debate general, una apreciación general sobre el curso que lleve nuestro trabajo pueda ser de alguna utilidad.

 

CARLOS LLERAS RESTREPO 

 

Fuente: Villarraga Sarmiento, Álvaro, compilador y editor. (2009) Gobierno del Presidente Belisario Betancur 1982-1986. Tregua y cese al fuego bilateral FARC, EPL, M-19, ADO. Tomo 1 - Serie el Proceso de Paz en Colombia. Bogotá, Colombia: Fundación Cultura Democrática, FUCUDE

 

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